miércoles, 13 de agosto de 2008

EL CAMINO segun JOSE MIGUEL


JOSÉ MIGUEL escribió:
Estimado hermano peregrino:

Cómo estuvimos comentando hace un par de semanas, me alegra mucho haber encontrado en medio de este enorme mar conocido popularmente como Internet, esta pequeña embarcación, que poco a poco seguro irá creciendo con la ayuda de todos aquellos que encuentre en su camino.

Por eso decido enviarte unas breves palabras desde este pequeño pueblo perdido en los repliegues de la preciosa Sierra de Segura, donde los grandes literarios San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús dejaron su esencia que aún hoy se percibe cuando paseas solitario por las laberínticas callejuelas que le dan forma. Espero alimentar de este modo a esa criatura futurista que has creado, que seguro será importante nexo de unión entre todos los hermanos peregrinos que lo deseen.
Reflexión sobre el Camino de Santiago. ¿Qué es el Camino?

A la vuelta de Santiago, ésta y otras muchas, son preguntas que a todos nos hacen una y otra vez: ¿Qué es el Camino de Santiago?, ¿Cómo es el camino de Santiago?... Difícil pregunta que yo mismo me hago en busca de una respuesta.

La mayoría de respuestas serían banales, superficiales y carecerían de esencia. Algunos dirían que el Camino de Santiago es una ruta de peregrinación a Santiago de Compostela, ciudad donde se veneran los restos del Apóstol; otros nos explicarían que existen diferentes rutas: la del norte, el camino primitivo, el francés, la ruta de la plata…, pero seguro que nadie podría describir la esencia del Camino, ni siquiera el peregrino que lo ha vivido de primera mano sería capaz de narrar con palabras las emociones y sensaciones que en él se experimentan.

Poco a poco he ido comprendiendo que ésta pregunta no tiene respuesta; como si se tratase de uno de esos problemas de análisis matemático cuya solución denominan “infinito”.

¿Qué es el camino?, ¿Cuál es mi camino?, ¿Cuál es tu camino? Entonces me digo a mi mismo: ¿Por qué siempre intentamos dar respuesta a aquello que no la tiene?, ¿Es necesario estar continuamente ingeniando respuesta para sentirnos mejor con nosotros mismos? ¿Necesitamos describir con palabras aquello que sólo nuestro corazón es capar de describir con sentimientos?

A pesar de todo, no cabe duda que “El Camino de la Vida”, como también podríamos denominar al Camino de Santiago, despierta en cada uno fuertes emociones. Pero, no debemos olvidar que no son las emociones ni las experiencias las que nos impregnan y nos van formando como personas, sino lo que nosotros hagamos de ellas. Todo camino lleva a algún lugar, tiene un principio y un final. El de Santiago es principio y es final, es alfa y omega; en él el peregrino muere y renace.
El camino es la metamorfosis que hace que la oruga se convierta en mariposa, el renacuajo en rana. El Camino de Santiago, al igual que el camino de la vida, es el camino que transforma al hombre.


José Miguel Fdez. Cuadros



También me gustaría compartir con todos los peregrinos un polémico poema que circuló por Internet (La marioneta), atribuido a Gabriel García Márquez en el año 2.000, escrito y enviado a todos sus amigos como despedida tras haberle diagnosticado una grave enfermedad, según la prensa, que posteriormente el mismo escritor desmintió y criticó. Al final, el texto resultó pertenecer al ventrílocuo mexicano Johnny Welch.

Personalmente, es una reflexión muy valiosa, quizá no mucho por su calidad literaria pero sí por su contenido humano. El poema dice así:

Si por un instante Dios se olvidara que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más; entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y ¡como disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara con un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.

Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti y una canción de Serrat; sería la serenata que le ofreciera a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas y el encarnado beso de sus pétalos…

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida… No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer y a cada hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.

Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Como dice la canción, todos los días doy gracias por haberos conocido, gracias por haberme ayudado a pasar unos días fantásticos, gracias por todo. Espero veros pronto.

Un fuerte abrazo a todos de vuestro hermano peregrino.

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