domingo, 6 de julio de 2008

1ª ETAPA OVIEDO -GRADO




















MIGUEL escribió:
Amanece en Oviedo. Son las 7:00 del día 6 de Julio de 2008. Después de una noche de sidras en la Gascona, de compartir hondas emociones con Maribel y Sonia, y de profundas y hermosas revelaciones que me han hecho pasar la primera noche en blanco (los ronquidos y el olor a patas también ayudan a mi vigilia), me levanto por entre los que yacen en el suelo y los sillones, vestido como iba, ya que no me había desnudado cuando me acosté. 07:30 Marcho del Albergue de Oviedo.
Por el camino hacia la Catedral pierdo las conchas, pero en cambio me encuentro con un buen número de borrachines y colgados, que todavía no recuerdan dónde viven. Me despido de La Regenta, del Parque San Francisco y orientado por el Apóstol y por mi brújula que marca hacia el Oeste, me encamino hacia la Argañosa, no sin antes cruzarme con peregrinos que van de vuelta, en bici, y que me confortan.
Por la calle me encuentro con un monumento de la Guerra Incivil, está dedicado a los combatientes que asaltaron Oviedo; me estremece este fiero recuerdo.
El día está fresquito y pinta estupendo para caminar, la mochila parece que va buscando acoplarse y las botas parecen contentas porque ya van husmeando la hierba próxima. Tanto será el deseo de hierba que me meterán por el primer parque-prado, donde me daré el primer resbalón, con consecuencia de culada festiva.
En San Lázaro Paniceres se respira el aire fresquito y el olor fresco y dulzón de la hierba, también huele a “cucho”. Eso me hace recordar aquel chiste del teatro, en una aldea de Asturias.
El actor declama:
-Dios mío, que escucho!!!.
Un paisano desde la platea le espeta sin piedad: “Cucho yé mierda”
Veo unos borriquines, que guapines son. No sé si porque todavía me dura el efecto de la sidra, pero arranco a cantar la bonita canción, que no sé como se llama, pero que dice así:
Oigo sonar una gaita,
oigo sonar un tambor.
Canta la gente del pueblo.
Es la fiesta del Patrono

La alegría de les moces,
El sabor de la manzana,
Bellas flores en un prao,
Es una aldea asturiana

Caminito de la fuente
Va llorando una morena
Porque no tiene vestiu
Para ponerse en la fiesta

Ya empiezan a rondarme las emociones, y apenas empiezo los primeros pasos.
Voy a llamar a Amadeo, he esperado porque es Domingo y no lo quiero despertar temprano, pero ya no puedo más. Amadeo, emocionado también, junto con Elvira me alientan y me dan su bendición. Con su bendición y la de todos los demás empiezo en firme el Camino, equivocándome en la primera concha, ya que todavía no sé como marcan el sentido y he cogido el contrario. En Asturias el sentido de la ida a Santiago va de la parte gruesa de la concha a lo fino (luego en Galicia es al revés.¿...?).
Ese error me da la oportunidad de cruzarme con David, fiel compañero, con el que seguiré el Camino hasta el final.
David es un muchacho de Madrid, de ojos tiernos y compasivos, una agradable sonrisa y una risa pegadiza y profunda. Me lo encuentro con un señor que tiene por promesa ir todos los Domingos del año desde Oviedo a la parroquia de su aldea, para escuchar la misa, y que nos acompaña. El paisano y un servidor hablamos de política, economía y de todos los temas mundanos propios de aquellos que apenas están empezando a levantar el vuelo. Días después esos temas de tertulia carecerán no solo de interés como conversación, sino que supondrán un descenso en nuestro vuelo que no nos podremos permitir.
Tras dejar al paisano, paramos a descansar, lo que nos permite una mejor presentación:
David viene completando el Camino del Norte que empezó el año pasado en Irún y que ahora continua desde Sebrayo. Ya lleva un par de días caminando y se nota la veteranía. Yo, por mi parte doy gracias a Dios por tan buena compañía, y le pido que me amarre la boca, para no aturdirlo demasiado con mi cháchara.
David es un buen peregrino y mejor compañero, que me da espacio, silencio y tiempo. Respetuoso y discreto, enriquecerá mi vida con sus actitudes y con su ejemplo de espiritualidad.


Pasamos por el Puente de Gallegos sobre el río Nalón, al pie del Puerto del Escamplero. Este tramo pasa por un sendero, que la Guía desaconseja por los espinos y ortigas. Desatendiendo tan buen consejo nos adentramos y nos llevamos el hermoso regalo de un sendero precioso, en lugar de una carretera peligrosa y dura (no será la única vez que no hagamos caso a la Guía).
Al llegar arriba del Escamplero pararemos a echar uno de los muchos cafés, que tanto gustan a David, en el Restaurante de Concha, donde nos dan buena acogida.
Ya hemos hecho la mitad de la etapa y todo pinta de lo mejor para ser el primer día.
En Premoño están celebrando una boda, oigo las gaitas y no puedo evitar parar. David se despide y yo me quedo charlando con los paisanos. Un poco curiosos del peregrino, se acercan de rondón, preguntando. Me cuentan que es una boda en bable, que la celebra así el cura porque hace muchos años que no se casan dos jóvenes del lugar, en una pequeña iglesia, al lado del camino. Los voladores explotan con estruendo y las gaitas asturianas resuenan en el atrio. Los dejo con su fiesta y me voy a comer algo a Casa Feliciano. Este, calificado en la Guía como “rancio” hace honor a su calificativo y me encasqueta un bocadillo de jamón rancio con pan seco. Eso sí, me despalillo una sidra que me sirve para trasegar el incomestible bocadillo. Tras escucharles varios juramentos y blasfemias muy acordes con la piedad del peregrino, le pido al amigo Feliciano que me selle la credencial para no olvidarme nunca de él y no volver más.
Al salir de Premoño me encuentro con un motón de hierba y la tentación es muy fuerte. Aunque ligera, la siesta es como una bendición.
Desde Premoño a Grado paso por Peñaflor a las 14:30.

Peñaflor es un sitio precioso, se va por un sendero paralelo al Nalón . Al llegar a Peñaflor me encuentro de nuevo con David, que está comiendo un menú del Peregrino riquísimo (Buuuurro y tú de bocata rancio!!!), comparto con él unas fresas con cuajada que están de muerte y , como no, un café. Al salir empiezo a notar los efectos del asfalto en las plantas de mis pies. Creo que hoy me quedo en Grado. En realidad habría que ir hasta San Juan de Villapañada, pero hay que caminar unos 3 Km más y cuesta arriba. Decido que para ser el primer día está bien. A la salida de Grado me despido de David, sabiendo ya en mi corazón que nos volveremos a encontrar.
En Grado me alojo en el Hotel Auto-Bar, en la calle principal de Grado. El hotel está bastante bien, salvo la ducha que es minimalista y para lavarse las covachas hay que abrir las portezuelas. Lavo la ropa y me voy comer algo calentito.
A las 20:00 me mando un Pote Asturiano resucita muertos con su condumio (morcilla,chorizo,bacon, jamón), sus coles, sus fabes y sus papas. Con vino y todo 8.25€ en Restaurante Vemar.
A las nueve me voy a dormir. Estoy muerto.

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